Las malas palabras. Palabrotas
Unas de las primeras manifestaciones de nuestros buenos modales es el lenguaje. ¿Qué podemos hacer si nuestro hijo empieza a decir palabrotas?
¿Por qué los niños dicen palabrotas? Cómo corregirlos
Voy en mi coche a casa después de recoger a los niños en la escuela. Los dos se ven acalorados y cansados. En esto escucho desde el asiento trasero: " Este Juan es un -palabrota-. No le vuelvo a prestar mis estampas -cromos-. La maestra se las quitó". Boquiabierta me volteo y le digo "¿Qué dijiste, Pepe? Nunca habías hablado así antes".
Es lógico, es decepcionante, nos parece injusto. Nos pasamos la vida tratando de educar a nuestros hijos y, de repente, un buen día, nos sorprenden con un término con el que la abuela podría desfallecer.
¿Qué es lo que está ocurriendo? ¿Qué sucede después de los tres años, cuando nuestro vástago parecía un inocente hijo de familia?
Razones por las que un niño dice palabrotas
Hay muchas razones por la que un niño puede empezar a decir malas palabras, pero en casi todos los casos el problema se debe a la conjunción de muchas circunstancias. Lo cierto es que hemos ampliado socialmente nuestra tolerancia a las groserías. Lo que antes solo se utilizaba entre albañiles y vendedores de mercado, es común hoy en día entre los estudiantes, amas de casa y profesionales. Los medios de comunicación aceptan un lenguaje antes reservado a las fotonovelas y a las películas para audiencias mayores de edad. Este lenguaje ha sido adoptado en muchos hogares, aunque en otros haya sido severamente restringido. En realidad, hay bastante discrepancia a los que unas y otras familias permiten.
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Alrededor de los cinco años, el mundo social de nuestros hijos se amplía considerablemente. Tienen frecuentes visitas con amigos, están expuestos a muchas influencias de los medios que otras generaciones no conocieron: internet, canales de televisión extranjeros, etc. Además, ya pueden escuchar canciones y leer en algunos medios impresos lo que nuestro hermano mayor hubiera guardado bajo llave. Sin embargo, la familia sigue siendo el principal modelador del lenguaje. Si tu marido o tú los dices, ¿por qué no habría de decirlo tu hijo?
En algunas familias el hablar con groserías es signo de hombría; estas familias han incluido en su vocabulario palabras que, por costumbre, ya no se notan.
Finalidad por la que el niño dice malas palabras y groserías
El niño de cuatro a seis años utiliza groserías simplemente porque las escucha en la casa o en la escuela. Si éstas no se limitan, seguirá utilizándolas con alguno de estos fines:
1. Integrarse en un grupo. Cuando el niño imita las groserías de sus primos o hermanos mayores, o de sus compañeros de grupo quizá está buscando ser "uno más de ellos". De esta manera, se siente mayor, alguien con quien tratar de "tú a tú".
2. Curiosidad sexual. A la edad de cuatro o cinco años el niño empieza a captar la relación entre las escenas eróticas o violentas y las groserías. Tu se lo has confirmado al cambiar de canal cuando presenciaba una de ella en las que se incluían expresiones obscenas o agresivas. Empieza a intuir su significado y a utilizarlas cuando la ocasión se presenta.
3. Llamar la atención. Utilizar la groserías es una forma fácil de llamar la atención, lo mismo de sus compañeros que de los adultos. Además, le gusta la reacción que provoca en los demás: risas o sorpresa, indignación o ira. Son una forma de experimentar reacciones ajenas.
El niño que no haya aprendido a expresar sus emociones negativas, quizá las utilice en sus arranques de ira. Lo que quiere demostrar entonces es aversión o rechazo, aunque no sepa exactamente hacia qué.
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